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sábado, 4 de agosto de 2012

Las Crónicas de la Torre: El Valle de los Lobos- Laura Gallego García ... Parte 3


CAPÍTULO 7: La noche de los lobos
Sintió que él la abrazaba por detrás. De nuevo notó que la invadía aquel sentimiento  tan intenso, aquel cariño tan especial que con el tiempo había nacido en su corazón, provocado por su mejor amigo. Y, junto al sentimiento, como era habitual, renació en su pecho el miedo y el dolor.
                <<No puedo enamorarme de alguien a quien no puedo tocar>>, se recordó a sí misma, y se obligó a mantener la cabeza fría, a mirar al frente y a olvidar que Kai estaba tan cerca que se le aceleraba el corazón.


Dana cerró los ojos y dejó que el contacto intangible de Kai la llenase por completo. No era tan sólido como el corcel sobre el que cabalgaba, pero había algo mágico, único, en aquel roce suave como la brisa, dulce y cálido como un rayo de sol.


Dana, agotada, no oyó un aullido que sobrepasaba a todos los demás, un aullido cargado de rabia, pena y dolor, que se elevó hasta la luna llena como una desesperada plegaria. Kai, en cambio, sí lo oyó, y compadeció a la desgraciada criatura que se lamentaba de aquel modo.



CAPÍTULO 8: Algunas respuestas
“El conocimiento es algo que va parejo a la capacidad de un mago” (Suren)


“Buenos días, princesa. Has dormido mucho.” (Kai)


“Escúchame bien. Correr aventuras es emocionante, intenso. Pero nada, ¿me oyes?, nada vale tanto como para dar la vida por ello. Nada. No lo olvides nunca.” (Kai)


“No quiero que te pase nada malo. No me lo perdonaría nunca. La otra noche estuviste a punto de morir y… bueno, no quiero tener que volver a pasar por ello.” (Kai)


-¿Puedo preguntarte una cosa?
Fenris sonrió.
-¿Puedo impedírtelo yo? –dijo suavemente.
Dana sonrió también. Empezaba a caerle bien el mago elfo.


-¿Nadie va a responder a mis preguntas en este lugar?
Fenris replicó con una alegre carcajada. Dana lo miró, confusa. Era la primera vez en cinco años que lo veía reír.
-Es el sino del aprendiz –comentó el elfo-. Nadie cuenta contigo hasta que no eres un mago completo. Vives arrastrando el peso de un montón de preguntas sin respuesta.



CAPÍTULO 9: La huida
“Kin-Shannay. Así llaman en mi tierra a las personas como tú. Son seres extraordinarios y en todo el mundo sólo existen un puñado de ellos. Sus poderes pueden llegar a ser ilimitados, porque ven mucho más allá, porque su mirada llega más lejos que la del resto de los mortales. Porque son una puerta abierta a otra dimensión.” (Fenris)


Dana: “Yo… he de decirte algo. Me da miedo, me da mucho miedo todo este asunto. Pero lo que más me asusta, ahora que sé lo que sé… es lo que siento por ti.”
Él no dijo nada, pero la abrazó, y Dana cerró los ojos para disfrutar de aquel contacto que era como una mezcla de brisa, sol y agua de lluvia.


 Kai: “Perdóname.”
Dana: “¿Por qué? ¿Por no decirme la verdad?”
Kai: “No; por quererte. No debería, ¿sabes? No te he causado más que problemas.”  
Dana: “No digas tonterías. Eres… Tú eres la persona que más quiero en el mundo. Me has dado muchas cosas. No sé que habría hecho sin ti.”


Era consciente de que ahora comenzaba lo verdaderamente peligroso y que, tanto si sobrevivían como si no, tanto si regresaban a la Torre como si escapaban de allí para siempre, nada volvería a ser igual después de aquella noche.


 
CAPÍTULO 10: El refugio del bosque
Fenris: “Sólo puedes hacer algo por mí. Si llega un momento en el que me miras a los ojos y no me reconoces, déjame atrás. No trates de escapar corriendo porque no lo lograrás. Teletranspórtate a un lugar seguro donde yo no pueda alcanzarte.”
Dana: “¿Cómo voy a dejarte atrás?”
Fenris: “Porque, si no, no saldrás con vida de esta, Dana.”


Dana suspiró, y se arrimó a Kai; el muchacho la rodeó con su brazo, pero ella aún se sentía inquieta. ¿Qué clase de amigos tenía?


Minutos más tarde oyeron un espeluznante aullido que eclipsó a todos los demás.


A través del gélido cristal, Dana pudo ver mientras se alejaba a una criatura que arañaba el muro y aullaba de rabia. Costaba reconocer en ella, bajo los rasgos lobunos, al mago elfo de ojos color miel.


“Aprendí, demasiado tarde… que la vida es demasiado preciosa como para ponerla en peligro sin una buena razón.” (Kai)


“La vida tiene algo de mágico e irrepetible.” (Kai)


“He cometido un error. Se suponía que no debía implicarme, pero te he tomado demasiado cariño, Dana. No debí dejar que pasara.” (Kai)


“Creo que me habría enamorado incluso si tú no fueras la única persona en el mundo que puede escucharme. Así que muchas veces he pensado que ninguno de los dos ha tenido la culpa, y que era inevitable.” (Kai)


“Era mejor disfrutar de este tiempo juntos. Si hubieras sabido que yo me iba a marchar, nunca habrías llegado a ser del todo feliz. Y la vida hay que aprovecharla al máximo, Dana. Te lo digo por experiencia.” (Kai)


Dana: “Me dijiste que nunca…”
Kai: “Nunca, y eso es cierto. Estaremos separados un tiempo cuando yo me vaya. Pero algún día nos reuniremos al Otro Lado, y esta vez sí será para siempre… si todavía me recuerdas entonces.”       
Dana: “Nunca te olvidaré.”

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