lunes, 27 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
Las Crónicas de la Torre: El Valle de los Lobos- Laura Gallego García ... Parte 5
CAPÍTULO
14: El adiós
Lo último que vio ella con sus propios ojos fue la figura de
un muchacho rubio con ojos verdes que se materializaba detrás del viejo
hechicero y la miraba con profundo dolor. Lo último que dijo Dana con sus
propias palabras antes de que la consciencia del Maestro se apoderase de ella
fue:
-Kai…
Sonrió y cerró los ojos. Cuando los abriera sería esclava
del Amo de la Torre, pero eso ya no importaba, porque Kai volvía a ser libre.
Kai alargó un brazo hacia ella y la cogió de la mano, y Dana
vio que los dedos de él aferraban los suyos de alguna manera, por primera vez
desde que lo conocía.
<<Oh, Kai>>, murmuró, y se acercó a él, y lo
abrazó y, aunque fue un contacto extraño, porque ninguno de los dos tenía
cuerpo, a Dana le pareció maravilloso. El chico la estrechó entre sus brazos y,
Dana lo sintió real y verdaderamente junto a ella.
“Sólo tienes una vida para vivir, Dana. No la desperdicies
como hice yo.” (Kai)
<<Por favor>>,
insistió Kai. <<Vuelve. Vive>>
<<Me pides que renuncie a
ti. >>
<<Eso nunca. Pero cada cosa
tiene su momento, y nuestro momento aún no ha llegado. Vuelve a la Torre, Dana.
Vuelve a la vida. Por favor. >>
Dana lo miró de nuevo y pensó que era pedir demasiado. Pero
era Kai quien se lo pedía, y ella no podía negarle nada. Cerró los ojos y se
esforzó en pensar en Maritta y en Fenris. Trató de apartar a Kai de su mente,
pero la idea de volver a perderle le quemaba por dentro como una espada de
fuego.
<<Me partirás el corazón si
me obligas a marchar>>, le dijo finalmente, sonriendo con tristeza.
Él ladeó la cabeza, sonrió y la miró con cariño.
<<Tú eres fuerte. >>
Sobre la amplia mesa del estudio yacía el cuerpo inerte de
Dana, la joven hechicera que había ofrecido su libertad a cambio de la del ser
que amaba, el espíritu de un muchacho que había muerto quinientos años atrás.
Fenris cerró los ojos y lloró por primera vez en ciento
cincuenta años. Dana había sido su única amiga, ahora lo comprendía. Y no podía
quedarse ni un día más bajo el mismo techo que el hombre que se la había
arrebatado.
“En mi tierra tenemos un dicho: aquel que no mira nunca
hacia abajo es hombre muerto.” (Maritta)
Dana: “No te
vayas. No me dejes.”
Kai: “No voy a dejarte. Eres una Kin-shannay, y sabes de la vida y
de la muerte más que cualquier mortal. Sabes que en el fondo nada muere, y que
yo te estaré esperando.”
“Vive. No trates de acortar tu existencia para reencontrarte
conmigo antes de tiempo. Vive muchos años, vive intensamente, vívelo todo. Vive
por mí la vida que no pude vivir yo.” (Kai)
Epílogo
La dama y su acompañante se quedaron allí un rato mientras
un manto de estrellas cubría el valle. Entonces ella alzó la cabeza para mirar
a la luna. Estaba en cuarto creciente, como una raja de melón o una enorme
sonrisa, y entre sus dos picos brillaba una estrella excepcionalmente hermosa.
La
maldición de Aonia
“Quiere comerse el mundo, pero aún es muy joven.” (Aonia)
“No puedes seguir protegiéndolo de sí mismo. Si quieres que
crezca y madure, deja que sufra. Déjalo enfrentarse a un reto difícil. Tal vez
eso le baje un poco los humos.” (Maritta)
Aonia: “¡Pero, bueno…! ¿Quién se supone que dirige esta escuela, tú
o yo?”
Maritta: “Cuando
te sorben el seso, yo. Soy la única que parece tener algo de sentido común en
esta casa de locos.”
FIN.
lunes, 13 de agosto de 2012
Las Crónicas de la Torre: El Valle de los Lobos- Laura Gallego García ... Parte 4
CAPÍTULO
11: Atrapados
“Has arriesgado tu vida de nuevo a pesar de mis
advertencias, Dana. Y no sólo has sobrevivido, sino que además has llegado
donde nadie antes lo había hecho. Muy bien, discípula. Eres la aprendiza más prometedora
que he visto jamás.” (Suren)
“¿Cómo que qué hago aquí? Estoy contigo.” (Fenris)
“Eres una Kin-Shannay, te has puesto en contacto con una
archimaga fallecida y el unicornio pretendía entregarte su tesoro. Estás
destinada a hacer grandes cosas, Dana. Quizá a tu lado pueda aprender a
librarme de esta maldición que me atormenta y me tiene prisionera de mí mismo.”
(Fenris)
“Por favor, haz un esfuerzo. Por ti, por mí. Porque, según
dices, nos queda poco tiempo juntos; y no quiero pasarlo aquí, en medio de
ninguna parte.” (Dana)
“Volveré para buscarte.” (Kai)
CAPÍTULO
12: El regreso de Aonia
“¿Aún no lo has entendido? Dana, la Puerta eres tú.” (Kai)
“La vida y la muerte son parte de cada criatura. Tu mundo y
el mío no son opuestos, sino paralelos y complementarios.” (Kai)
Kai sonrió, y Dana sonrió también. En aquel momento habría
hecho todo lo que él le hubiese pedido sin dudarlo un segundo.
CAPÍTULO
13: La prueba del fuego
Kai: “Iré con Dana. No voy a dejarla sola.”
Aonia: “Sé que es
tu deber, y sé también que no la proteges sólo por obligación. Pero la mejor
forma de protegerla es alejarte de ella, Kai, al menos por ahora.”
Kai: “No quiero dejarte ir.”
Dana: “Volveré
contigo. Yo tampoco quiero separarme de ti.”
“Sabes que haré lo que sea. Todo lo que me pida, con tal de
que libre a Kai.” (Dana)
“Sabes que habría arriesgado mi vida por tu causa, Aonia.
Pero no puedo arriesgar la de Kai. No se lo merece.” (Dana)
En un momento pasaron por su mente escenas de toda su
existencia, y algo se rebeló en su interior. No podía morir ahora, no ahora que
Kai la necesitaba.
sábado, 4 de agosto de 2012
Las Crónicas de la Torre: El Valle de los Lobos- Laura Gallego García ... Parte 3
CAPÍTULO
7: La noche de los lobos
Sintió que él la abrazaba por detrás. De nuevo notó que la
invadía aquel sentimiento tan intenso,
aquel cariño tan especial que con el tiempo había nacido en su corazón,
provocado por su mejor amigo. Y, junto al sentimiento, como era habitual,
renació en su pecho el miedo y el dolor.
<<No
puedo enamorarme de alguien a quien no puedo tocar>>, se recordó a sí
misma, y se obligó a mantener la cabeza fría, a mirar al frente y a olvidar que
Kai estaba tan cerca que se le aceleraba el corazón.
Dana cerró los ojos y dejó que el contacto intangible de Kai
la llenase por completo. No era tan sólido como el corcel sobre el que
cabalgaba, pero había algo mágico, único, en aquel roce suave como la brisa,
dulce y cálido como un rayo de sol.
Dana, agotada, no oyó un aullido que sobrepasaba a todos los
demás, un aullido cargado de rabia, pena y dolor, que se elevó hasta la luna
llena como una desesperada plegaria. Kai, en cambio, sí lo oyó, y compadeció a
la desgraciada criatura que se lamentaba de aquel modo.
CAPÍTULO
8: Algunas respuestas
“El conocimiento es algo que va parejo a la capacidad de un
mago” (Suren)
“Buenos días, princesa. Has dormido mucho.” (Kai)
“Escúchame bien. Correr aventuras es emocionante, intenso.
Pero nada, ¿me oyes?, nada vale tanto como para dar la vida por ello. Nada. No
lo olvides nunca.” (Kai)
“No quiero que te pase nada malo. No me lo perdonaría nunca.
La otra noche estuviste a punto de morir y… bueno, no quiero tener que volver a
pasar por ello.” (Kai)
-¿Puedo preguntarte una cosa?
Fenris sonrió.
-¿Puedo impedírtelo yo? –dijo suavemente.
Dana sonrió también. Empezaba a caerle bien el mago elfo.
-¿Nadie va a responder a mis preguntas en este lugar?
Fenris replicó con una alegre carcajada. Dana lo miró,
confusa. Era la primera vez en cinco años que lo veía reír.
-Es el sino del aprendiz –comentó el elfo-. Nadie cuenta
contigo hasta que no eres un mago completo. Vives arrastrando el peso de un
montón de preguntas sin respuesta.
CAPÍTULO
9: La huida
“Kin-Shannay. Así llaman en mi tierra a las personas como
tú. Son seres extraordinarios y en todo el mundo sólo existen un puñado de
ellos. Sus poderes pueden llegar a ser ilimitados, porque ven mucho más allá,
porque su mirada llega más lejos que la del resto de los mortales. Porque son
una puerta abierta a otra dimensión.” (Fenris)
Dana: “Yo… he de
decirte algo. Me da miedo, me da mucho miedo todo este asunto. Pero lo que más
me asusta, ahora que sé lo que sé… es lo que siento por ti.”
Él no dijo nada, pero la abrazó, y Dana cerró los ojos para
disfrutar de aquel contacto que era como una mezcla de brisa, sol y agua de
lluvia.
Kai: “Perdóname.”
Dana: “¿Por qué?
¿Por no decirme la verdad?”
Kai: “No; por quererte. No debería, ¿sabes? No te he causado más
que problemas.”
Dana: “No digas
tonterías. Eres… Tú eres la persona que más quiero en el mundo. Me has dado
muchas cosas. No sé que habría hecho sin ti.”
CAPÍTULO
10: El refugio del bosque
Fenris: “Sólo
puedes hacer algo por mí. Si llega un momento en el que me miras a los ojos y
no me reconoces, déjame atrás. No trates de escapar corriendo porque no lo
lograrás. Teletranspórtate a un lugar seguro donde yo no pueda alcanzarte.”
Dana: “¿Cómo voy a
dejarte atrás?”
Fenris: “Porque, si no, no saldrás con vida de esta, Dana.”
Dana suspiró, y se arrimó a Kai;
el muchacho la rodeó con su brazo, pero ella aún se sentía inquieta. ¿Qué clase
de amigos tenía?
Minutos más tarde oyeron un espeluznante aullido que eclipsó
a todos los demás.
A través del gélido cristal, Dana pudo ver mientras se
alejaba a una criatura que arañaba el muro y aullaba de rabia. Costaba
reconocer en ella, bajo los rasgos lobunos, al mago elfo de ojos color miel.
“Aprendí, demasiado tarde… que la vida es demasiado preciosa
como para ponerla en peligro sin una buena razón.” (Kai)
“La vida tiene algo de mágico e irrepetible.” (Kai)
“He cometido un error. Se suponía que no debía implicarme,
pero te he tomado demasiado cariño, Dana. No debí dejar que pasara.” (Kai)
“Creo que me habría enamorado incluso si tú no fueras la
única persona en el mundo que puede escucharme. Así que muchas veces he pensado
que ninguno de los dos ha tenido la culpa, y que era inevitable.” (Kai)
“Era mejor disfrutar de este tiempo juntos. Si hubieras
sabido que yo me iba a marchar, nunca habrías llegado a ser del todo feliz. Y
la vida hay que aprovecharla al máximo, Dana. Te lo digo por experiencia.” (Kai)
Dana: “Me dijiste
que nunca…”
Kai: “Nunca, y eso es cierto. Estaremos separados un tiempo cuando
yo me vaya. Pero algún día nos reuniremos al Otro Lado, y esta vez sí será para
siempre… si todavía me recuerdas entonces.”
Dana: “Nunca te olvidaré.”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)